miércoles, 29 de septiembre de 2010

Conversion. Cap 2, parte 1.

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No me gustaba que mis padres decidieran por mí, cuándo mi vida estaba marchando bien. Cuándo debía cambiarla. Cuándo debía empezar de cero.

Me gustaba mi vida, me gustaba mi escuela y, sobre todo, me gustaba mi amistad con Lucas. Pensé, muy en serio, en cómo mis padres jamás se preocuparon por lo que yo quería. Nunca me pidieron mi opinión.

Ahora, cuando soy mayor, puedo ver que todo fue por mi bien. Que las cosas no marchaban bien. Y, sobre todas las cosas, que no estaría donde estoy, de haberme quedado allá. De haber permanecido en el pasado, quizás hubiera terminado por suicidarme. Pero, gracias a Dios, pude continuar.

Cuando llegué a esa nueva ciudad, me sentí vacía y sola como nunca. Miré por la ventana del auto. Todo lo que había era esquinas llenas de prostitutas y homosexuales. ¿Qué pretendían mis padres con traerme aquí? En esos días de mi vida, no tenía idea de por qué esas personas estaban ahí, de qué hacían o por qué lo hacían. No pregunté, tampoco. La simple idea de estar parada en una esquina vestida de aquella forma, me daba ganas de vomitar. No quería saber nada de aquél lugar. Quería mi antigua vida.

Llegamos a la casa. Era hermosa. Me despejaba un poco la mente. También era inmensa. Claro, para el tamaño que yo tenía entonces, todo me parecía inmenso. Me sentí, por un segundo, como una princesa llegando a su castillo.

Quizás eso sería algún día. Aunque, a decir verdad, siempre fui una princesa, siempre seré una princesa. Pero, por supuesto, eso no lo entendía, entonces.

- Alexa, necesito que me ayudes-me dijo mi madre.

- Madre, estoy viendo la casa. Al menos, dame un minuto para que me guste.

Durante el viaje, me dispuse a ser lo más irritante posible. Muchos errores cometí a lo largo de mi vida y ese fue uno de los más grandes.



La primera semana en la escuela no fue para nada placentera. Extrañaba entrar de brazos con Lucas. El siempre me esperaba fuera. Ahora tendría que entrar sola. No me había dado cuenta de lo mucho que extrañaba a Lucas. Desde que llegué, no hacía más que recordar las cosas que hacíamos juntos. Pasábamos mucho tiempo divirtiéndonos y ahora tendría que aprender a divertirme sola. O Tal vez, no.

Una noche, antes de dormirme, me visitó un hombre en mi habitación. De alguna manera, no le tenía miedo.

- Hola, pequeña-me saludó. Su voz era suave, como agua del mar.

- Hola…-tenía nueve años, entonces.

El sonrió.

- ¿sabes quién soy?-me preguntó.

Me fijé en sus vestiduras. Eran tan blancas que irradiaban luz.

Yo negué con la cabeza.

- Me llamo Jesús.

- ¡Hola, Jesús!-sonreí-. Yo soy Alexa.

- Yo sé quién eres.

Para ese entonces, ya llevábamos casi un mes en aquél lugar y yo trataba a mis padres muy mal. Irritante.

Me pregunté cómo sabía quién soy.

- Y sé lo que pasa por tu corazón. Lo que piensas. Lo que haces-continuó. Su rostro era hermoso. Irradiaba paz. Me caía bien Jesús.

- ¿Cómo?

- Te he visto-dijo-. Desde que naciste te he visto. Te he cuidado. Te he amado.

- ¿tú me amas? ¡Yo también te amo, Jesús!-exclamé. Él sonrió. Los niños son muy puros y verdaderamente hermosos. Yo no mentía cuando le dije que lo amaba.

- ¿recuerdas como solíamos jugar en los jardines de mi padre?-me preguntó.

Sorprendentemente, si. Lo recordaba.

Fue una época hermosa. Estábamos Jesús…otros niños…Y estaba Lucas, y yo también. Jugábamos y corríamos. Y se oía una hermosa música. Muchas veces, los ángeles nos llevaban a volar. Pero a Jesús no le gustaba mucho. Sin embargo, sonreía cuando nos decía que no lo hiciéramos. Siempre éramos Lucas y yo.

Sonreí a Jesús.

- Si. Me gustaba volar con los ángeles. Y a Lucas, también-sonreí de nuevo.

- ¿recuerdas a Lucas, también?

Asentí.

- Y lo extraño-confesé-. ¿Cómo está?

- Está bien. Y también te extraña. Está cuidando de Ricky.

- ¿y el pajarito?-me alarmé.

- También cuida muy bien al pajarito.

Me sentí aliviada.

- Quiero hablarte de algo, Alexa.

Me acomodé sobre mi cama, esperando.

- Lo que estás haciendo con tus padres, no está bien.

- Es que no me gusta estar aquí-repliqué-. Es feo.

- Estás aquí para algo. Algo grande. Debes aprender a ver las cosas de una mejor manera.

Entonces, desapareció. Me quedé sola. Hubiera deseado que se quedara, pero desde el principio, supe que no sería así.

Desde entonces, mi vida y mi actitud, no volvieron a ser las mismas.

1 comentario:

  1. hola venia a pedirte un pequeño favor (espero que no te importe) es que sombrerera me ha nominado en un concurso para su blog y me haria mucha ilusion que votaras por mi
    te devolvere el favor ;) te dejo la direccion por si acaso reinoetereo.blogspot.com
    un besoo y gracias

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