lunes, 26 de diciembre de 2011

"9. Alexus" Restauración. (¡Sí, ya lo sé! ¡Por fin!)

Bien. Entonces Tristan no es tan mala persona y Christa tenía razón; él sólo tiene una vida difícil, eso es todo. Claro, eso no compensa el que haya sido un completo anti-social por los últimos seis meses, pero al menos ahora tiene una excusa. 
¿A quién trato de engañar? ¡Por supuesto que lo compensa! No puedo creer lo increíblemente egoísta que ha sonado eso. Quiero decir, el chico ha estado viviendo un infierno y yo todavía soy capaz de decir que eso no compensa seis miserables meses de silencio. Si yo estuviese en su lugar, probablemente ya habría caído en las drogas, y sería la persona más violenta del mundo... ¿Tristan estará en drogas? No es violento, pero es una opción, ¿no? Porque si lo está, quizás deberíamos volver al silencio. No "Trist" y definitivamente, no "Lex". ¿Qué hay con eso? ¿"Lex"? Lex es de hombre, ¿cierto? ¿Como Lex Luthor? ¿"Trist" es de mujer? 
Realmente, realmente, me arrepentí al momento en que eso salió de mis labios, aunque se sintió correcto; es sólo que no pensé que al darle un apodo, también le estaría dando permiso de ponerme uno a mí. 


Cuando vi a Tristan desaparecer de mi vista detrás de la puerta, decidí que rayaría en lo patético no apartarme de la mía, de inmediato. Y entonces noté que estaba sola de nuevo, que Tristan me había confiado su secreto más grande y que no podía decírselo a nadie. Ni siquiera a Christa, a quién le cuento todo, absolutamente todo. Todo menos que Tristan podría morir algún día a manos de su padre.
Rayos. Tristan podría morir algún día a manos de su padre. Las implicaciones de toda la situación son demasiadas. En cualquier país, en cualquier momento, la violencia doméstica y el alcoholismo suponen demasiado, tanto que el sólo pensar en ello me cortaba la respiración.
Necesitaba -urgentemente- sacarme a los Valley de la cabeza. Fue sólo una conversación, una explicación que el chico me debía. Eso no significaba que éramos amigos. Él seguiría siendo Tristan, y yo seguiría siendo Alexus, la chica de al lado, con el nombre raro. Genial. Como debía ser.
Pasé gran parte del día pensando en él, muy a mi pesar, esperando con ansias el momento en que olvidaría el secreto de los Valley. Sabía que lo recordaría después, algún día en la soledad, o cuando alguien mencionara la palabra "secreto", recordaría que yo tenía uno grande, uno peligroso, pero luego lo volvería a olvidar y todo estaría normal, de nuevo. No quiero decir que sea un secreto normal. Digo, esto era enorme y apestaba, pero sólo se había convertido en mi asunto-aunque, no realmente- por entrometida.
Me pregunté si el Sr. Valley me golpearía a mí también si llegara a descubrir que lo sabía todo, pero entonces sacudí mi cabeza con energía para apartar el más insensible de todos los pensamientos. La violencia doméstica es algo grave, mucho. En extremo.
Y eso era todo lo que ocuparía mi mente. Había oído tantos casos acerca de padres que maltrataban a sus hijos, al punto de matarlos y no quería eso para Tristan, ni para Danika, ni siquiera para el idiota de su hermano. 
Entonces, me lo pregunté. ¿Cuántas veces había visto a Tristan sonreír? Si es que ha sucedido alguna vez. Sonrió un par de veces cuando estaba conmigo, pero no creo que eso deba contar. Seguro que podrían contarse con los dedos de las manos. 
Caí en la cuenta, en ese momento, de que no sería fácil. ¿Y por qué habría de serlo? Después de todo, era mi culpa por meter mis narices en todas partes. Tristan no me llamó a su vida, yo me introduje en ella sola, así que no sería fácil vivir cada día con el constante martirio de saber algo tan grande y no poder hacer nada al respecto.
También me pregunté si Tristan necesitaba alguien con quién hablar, porque eso sí se lo podía dar, inclusos aunque yo fuese la última persona con la que él querría hablar.
¿Cómo es que, de pronto, en menos de tres minutos, mi vida de transformó en una encrucijada? ¿Qué se suponía que debía hacer o decir cuando lo viera? ¿Una mirada sería suficiente? ¿Me llamaría Lex o Alexus? ¿Me diría algo en lo absoluto? No era probable, dado que no lo había hecho antes de hoy; y si no lo había hecho antes de hoy, ¿por qué habría de hacerlo mañana? 
Me sentía lo suficientemente capaz de estar tan al borde de la demencia que podría golpear mi cabeza contra la pared, y estaba completamente segura de que no podría enfrentarme al  mundo entero en la mañana con todas esas interrogantes danzando, brincando y gritando como locas en mi cabeza.
Y cuando no pude soportarlo más,. salí de mi casa, como un tornado, dispuesta a resolver todo ahora, porque quizás, incluso soñaría con ello en la noche. Me tomó menos de treinta segundos alcanzar la casa de los Valley y golpear la puerta con violencia. De nuevo, fui recibida por el hermano de Tristan. Sólo cuando lo vi, noté cuán impaciente estaba por hablar con el chico que me había ayudado a poner mi vida de cabeza, porque gran parte de la responsabilidad era mía.
- ¿Dónde está? - pregunté, rogando que nadie conocido decidiera aparecer ahora mismo.
- ¿Quién? - preguntó él, luciendo ligeramente consternado.
- ¡Tristan!
- ¿No acabas de verlo?
¿Qué le importaba a él si acababa de verlo o no? Quizás quería verlo otra vez.
- ¿Estás contando? Bien, sí, pero necesito verlo otra vez.
- Está en su habitación - contestó, dando un paso hacia atrás, señalando una puerta en la parte superior de la casa.
- Gracias - dije, subiendo a toda prisa.
No sé por qué, pero esperaba que la puerta estuviese cerrada con llave, sin embargo no lo estaba y abrió casi con el primer roce de mis dedos en el pomo.
La primera visión clara que tuve fue de Tristan recostado en su cama con los ojos cerrados, audífonos puestos y las manos sobre su pecho con sus dedos tamborileando al ritmo de lo que sea que estaba escuchando. 
La segunda fue de Tristan con los ojos bien abiertos, confundido hasta la médula, observándome mientras se incorporaba. 
- ¿Qué diablos...? - empezó.
- ¿Qué pasará mañana? - lo corté.
- ¿Qué? - su voz subió casi una octava completa.
- ¿Vas a hablarme mañana? ¿Vas a hacer cualquier cosa remotamente fuera de lo normal? 
- Yo... - lucía seriamente confundido, tanto que sentí una punzada de culpa en el pecho. Podría haberlo matado de un infarto, o algo así - No...no lo sé... ¿Por qué...?
- ¡Pues, yo necesito saberlo! - espeté, cortándolo de nuevo.
Tristan, que ahora estaba de pie, dio instintivamente un paso hacia atrás. ¿Realmente estaba siendo tan maniática?
- No podré lidiar con una sorpresa mañana. Simplemente, no podré - confesé, tan de pronto que no estaba segura de quién se había sorprendido más, si Tristan o yo -. Necesito saber qué harás.
- Bien...nada. No tiene que cambiar ni una sola cosa. No haré nada. Sin sorpresas, lo prometo. Será como si jamás hubiese roto tu ventana - asentí -. Ahora, realmente creo que debes ir a casa y descansar un poco, Alexus.


Lo sensato estaba pintado en toda la escena: el no cambiar nada, el hecho de que debiera ir a casa, el "Alexus", todo era como debía ser, como siempre había sido. Y si así era, lo justo, lo normal, ¿por qué estaba teniendo una punzada de decepción, clavada en mi pecho del tamaño de un hacha? Si era lo normal, ¿por qué me molestaba tanto? 
Sin embargo dije:
- Bien. Gracias.
Y me fui de allí tan rápido como llegué.

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