domingo, 14 de agosto de 2011

Hay 2 cosas que quiero hacer hoy...La Historia sin Titulo de Tristan y Alexus. "2.- Tristan"

Son las 7:00am y mamá está llorando porque mi padre ha amenazado con dejarnos. Otra vez. Por tercera vez esta semana. Por cierto, hoy es miércoles.
Sinceramente, yo he aprendido a no tomarlo en serio. Lleva diciendo eso por años y, dada la situación, estoy empezado a desear que lo haga de una vez por todas. Que se vaya, estamos mejor sin él.
Sin sus gritos, sin sus borracheras...
Sin sus golpes.
Juro que jamás había estado tan ansioso por irme al colegio.
- Mamá...-pero, claro, no podía dejar a mi madre sola, en la cocina, llorando.
- Estoy bien, cariño-contestó, dándome la espalda con rapidez, como si pensara que con eso podía esconderse de mí. De todo el mundo.
- Mamá-dije, tratando de sonar más autoritario y, si era posible, más irritado.
- Tristan, por favor-casi rogó, secándose las lágrimas.
- Mamá, esto no está bien y lo sabes-alguien tenía que decírselo, de nuevo. Danika sólo tiene cinco y Christopher no iba a hacerlo. Así que tenía que ser yo-. Tienes que hablar con él. Estaré contigo, si lo deseas, podríamos...
- ¿Hablar con él, Tristan?-me interrumpió-. ¿Ya olvidaste lo que sucedió la última vez que yo intenté hablar con él? ¡La última vez que tú intentaste hablar con él!
Mamá hablaba en susurros, y su mirada se paseaba por cada lugar que alcanzaran sus ojos. Esa era su vida. 
A pesar de lo débil que sonaba su voz, podía notar que estaba furiosa. Estaba furiosa conmigo, por sacar el tema a relucir. 
Repito: alguien tiene que hacerlo.
- No puedo hacerlo. No voy a pasar por eso, de nuevo-dijo, con firmeza, volviéndose, por fin, para mirarme. O un mejor término sería "enfrentarme"-. Puede que tú creas que lo entiendes mejor que todos, pero no haces. No es así, Tristan. Sólo tienes dieciocho años. Conozco a tu padre mejor que tú. Creo que puedo manejarlo.
- Pero, mamá...
- Tristan-me frenó-. Puedo manejarlo. 


No soy una persona fácil de llevar. Creo que se debe a que no tengo a nadie con quién hablar. Papá me amenazó con echarme de casa si le digo a alguien-cualquier persona-, algo-cualquier cosa-, sobre nuestros problemas. 
Cuando Dylan viene a estudiar, pretendemos ser una familia perfecta. ¿Lo peor del caso? Mamá se lo cree. Mamá se traga completa, sin falta una sola cosa, cada una de nuestras actuaciones. 
Soy una persona incomprendida. Soy un chico que quiere una familia normal, pero que no la tiene. Que no la tendrá jamás. 


Cuando salí de casa a esperar un taxi para irme al colegio, salió también Alexus, mi vecina. Esa chica medio arrogante que sólo piensa en sus propios problemas y con quién he cruzado sólo tres palabras en los seis meses que llevamos viviendo aquí: "Tristan, mucho gusto". La podía imaginar con tanta facilidad, destruyéndome frente a sus amigas. Ella y yo no nos hablamos más de lo que requiere la cortesía. Ella y yo no nos hablamos y punto. Ni siquiera ahora, cuando la saludo, digo nada; solo hago un gesto rápido con la mano. En cambio, ella sí que habla.
- Buenos días para ti también, Tristan-dice, con ese tremendamente molesto tono sarcástico, que la he escuchado usar tantas veces en clases.
"Bueno, Alexus, si tú acabaras de pasar por lo que yo, tampoco dirías buenos días a nadie", pensé en decirle, pero no lo hice. En su lugar, solo callé. Como siempre.
Logré tomar el taxi ya cuando ella se había ido. Casi al mismo tiempo.


La primera clase que tenía era inglés. Una de las dos que compartía con Alexus, una de sus amigas que veía todo el tiempo y Dylan. A Dylan le gusta la amiga de Alexus. La chica ni siquiera lo mira.
Inglés es mi asignatura favorita. Inglés y música. Y fotografía. Y arquería.Y matemáticas. Bien, soy un nerd. Me gusta la escuela. 
Claro, arquería no es exactamente una materia que se ve en mi colegio. Arquería es una cátedra que yo decidí aprender hace cinco años. Construí mi propio arco y todo. Maté a dos o tres gatos en el proceso de aprendizaje. Quizás, también un perro. Y unas cinco aves, pero esas nunca cuentan, porque se atraviesan en el camino de mis flechas. Pero ahora soy bastante bueno. No he ganado concurso, simplemente porque no he competido. No me gusta competir. Mis profesores no lo entiende-ni lo aprueban-, pero es mi decisión. En todo caso, sí. Soy bastante bueno.


Entré al salón de clases, busqué mi asiento habitual-el último, de la esquina derecha. No necesitaba escuchar-. Generalmente, había que leer algo, que cualquier idiota, mascota de la profesora, repartía y luego debíamos discutirlo, decir lo que entendíamos o analizarlo más profundamente. Ni siquiera necesitaba tener más contacto con la profesora que para entregarle las asignaciones. 
Las personas de mi clase, a excepción de Dylan, han asumido que no deben preguntarme nada. No es enteramente cierto, pero no se los discuto. No necesito amigos falsos.
Hoy la mascota de la profesora es Alexus. Me entregó la hoja y dije "gracias. ¡Miren eso! Ahora cuatro palabras.
- Amigo, Christa...-y ya empezábamos-. Ella me tiene de cabeza.
- Lo noto-contesté-. No le importas, Dylan. Lo sabes, ¿cierto?
- Lo sé...
- ¡Entonces, deja de lloriquear por ella!-grité en un susurro, tratando de leer. Era la historia mitológica de Narciso. Fácil. 
- ¡No lloriqueo!-exclamó. Nadie escuchó-. Por favor, no me digas que busque otra. Estoy enamorado. 
- Suenas como una chica, Dylan.
- Diablos. Es el amor. Nos pone idiotas a todos.
- Seh-estuve de acuerdo, pensando en mi madre y en lo mucho que ella ha tenido que sufrir por "amor"-. A todos. Lo bueno, es que yo no estoy pasando por ello. Lo malo, es que tú, sí. Y es increíblemente molesto.  

Dylan suspiró fuertemente. Tanto, que Christa volteó a verlo y sonrió un poco. Al menos eso. Por fin.
Me giré hacia Dylan para ver su reacción. El muy idiota tebía el rostro entre las manos y no se dio cuenta. Tampoco iba a decírselo. Si se lo perdió, era problema suyo. 
- Dylan, te estás convirtiendo en una chica. Ese suspiro...No. Aléjate.
Con eso, le di un empujón tan fuerte que casi se cae de su asiento. La profesora nos llamó la atención y el salón entero se volvió para mirarnos. La cosa que más odiaba: ser yo quién llamara la atención. 
- Te culpo por esto-le susurré de Dylan.
- ¿A mi? ¡Casi me matas!
Reí por lo bajo y Dylan suspiró, de nuevo. 

2 comentarios:

  1. Guau, has puesto a tus dos personajes basntante mal, ¿no? Ella que es una sarcástica y egoísta, y él que no para de compadecerse de sí mismo.
    ... ¡Ya quiero ver cómo evolucionan! xD
    Besos y nos leemos ^^

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