miércoles, 24 de agosto de 2011

Restauración. "7.- Alexus"

No pude dormir esa noche, recordando los gritos de la señora Valley, y también a Tristan, llorando, solo, escondido, pero luego valiente y responsable.
Estaba segura que mi expresión, ahora en mi habitación, era la misma que tenía cuando estaba con Tristan.


En el silencio de mi alcoba, oré a Dios por la familia Valley, por lo que acaba de ver y escuchar. 
"Mi padre está un poco borracho. No es nada" ¿"no es nada"? ¡Era muchas cosas! Era horrible, era espantoso, y era...era su secreto.
Era su secreto, que yo había descubierto y no podía hacer nada al respecto. 


Tristan me había prometido que hablaríamos, y ahora que lo pienso, no sé por qué se lo pedí, no sé por qué estaba tratando de que no fuera.
Estaba tan preocupada por él, con la ventana rota a mi lado y la flecha sobre la mesita de noche, enrollada en mi cama. Ya no quería asesinar a Tristan, todo lo contrario. Quería saber que estaba bien. Quería saber que todos estaban bien.


Después de mucho pensar, me quedé dormida. Tuve pesadillas con la noche anterior y supe que debía encontrar a Tristan sí o sí. Pero no fue a la escuela.
No es que en realidad pensara que iba a aparecerse, pero sí esperaba verlo para no tener que ir hasta su casa.


Sabía que estaba distraída-Quiero decir, ¿quién en mi situación no lo estaría?-, lo que no sabía es que cuando estás distraído los demás lo notan primero que tú.
¡Alexus!-exclamó Bella, durante el descanso entre clases-. ¿Qué es lo que te pasa hoy?
- Nada. Solo no pude dormir bien anoche-contesté, con los ojos fijos en el jugo que me estaba tomando.
Y ahí es cuando salta la persona a que más se preocupa por mí, después de mi madre.
- ¿En serio? ¿Por qué?-preguntó Christa.
- Pues... Tristan atravesó mi ventana a las dos de la mañana con una flecha. Fui a asesinarlo y después de eso, no pude dormir.
- Oh, Lexy, seguro no lo hizo a propósito-Christa rió un poco.
- Si, Val no lo haría-concordó Farrah, comiendo de su ensalada.
- Sé que no lo hizo a propósito-contesté y eso pareció detener el curso de las vidas de todas. 
- ¿Qué?-inquirieron las tres.
Me obligué a mirarlas, a pesar de que no tenía nada de ganas de hacerlo.
- Vamos, chicas. Sé que no soy la fan número uno de él, pero tampoco voy a culpar al chico de todo lo malo que me pasa, ¿no?
- Cierto-dijo Bella, asintiendo-. La cuestión es que esto sí fue culpa suya.
Farrah rió un poco y yo regresé la mirada a mi jugo.
- ¡Basta, chicas!-Gracias, Christa-. Está madurando.
Claro, madurando. No tenía nada que ver con el hecho de que fui testigo de un caso de violencia doméstica y estaba totalmente traumatizada. 
Quería irme. Quería irme a casa y hablar con Tristan sobre este asunto, aunque quizás eso era lo último que él querría, pero lo había prometido. 
- Tranquilas, me encargaré de él al llegar a casa-dije, un poco en broma, un poco en serio.
- ¡Uh! ¿Puedo ir?-preguntó Farrah, con ese brillo, de nuevo, en los ojos.
- No, lo siento.
- No harás nada. Lo sé-acusó ella, en venganza a mi negativa.
Me encogí de hombros sin decir nada, me levanté y caminé lejos de ellas.


Gracias a Dios, las preguntas cesaron y yo pude sobrevivir el día en silencio, incluso en el auto de Bella, cuando me llevaba a casa de primera.
- Gracias, Bells-ella me sonrió-. Adiós, chicas.
En lugar de ir a mi casa directamente, caminé con vacilación hacia la casa de los Valley, cuando las chicas ya no estaban a la vista. Toqué la puerta con tantos nervios que me dio vergüenza. Esperé unos minutos, y después apareció frente a mí el hermano mayor de Tristan.
- Hola... ummm... ¿Está Tristan?-no podía creer que fuese tan difícil.
- Depende. ¿Quién eres? ¿Su novia?
- No..., de la escuela, veo una clase con él... y vivo al lado.
- Ah. Déjame ver si quiere verte. ¿Cómo es que te llamas?
Idiota. Idiota.
- Alexus-contesté, secamente.
¿"déjame ver si quiere verte"?
- ¡Espera!-el muchacho, cuyo nombre no recordaba, se detuvo en seco y se volvió para mirarme-. Solo dile que vaya a mi casa, cuando se desocupe. Y recuérdale que prometió que hablaríamos. 
- Prometió que hablarían. La chica de al lado, con nombre raro. Lo tengo. 
- Gracias-idiota.


En casa, mamá había puesto a Tyler a dormir y estaba calentándome el almuerzo.
- ¿Alexus?-llamó desde la cocina. Fui hasta ella y me senté cerca de la ventana, a su lado-. Cariño, ¿Qué hacías en casa de los vecinos?
- Sólo necesitaba hablar con Tristan. Pero creo que está ocupado o algo así.
- ¿Qué tienes que hablar con...?
- Tristan.
Claramente, mi madre no sabía su nombre. No la culpo. Quizás era la segunda vez que lo escuchaba en su vida-siendo la primera, cuando se mudaron, claro-. Me sentía un poco avergonzada. Sólo ayer estaba rehusándome a pedirles condimento y hoy estaba buscando a su hijo. Entendía al 100% la confusión de mi madre. Yo misma estaba confundida. Aún no acababa de comprender por qué había ido a buscarlo, en primer lugar.
- Lo que pasa es que no fue a clases hoy-contesté.
- ¿Ves alguna clase con él?-bueno, tenía derecho a preguntar.
- Sí, un par.
- Ah...
Le sonreí.

Esa era la razón por la que necesitaba hablar con Tristan y hacerlo pronto. Yo no tenía idea de qué hacer con la información. Si podía decirlo o no, si debía tratar de olvidarlo o qué rayos se suponía que debía hacer.
- Dile que le envió saludos-dijo mi madre finalmente, saliendo de la cocina.
Ella y Tyler se fueron un poco después y nunca estuve tan nerviosa de quedarme sola en casa.
Traté de seguir la rutina del día anterior, pero fui incapaz de apartarme de la sala. 
Después de esperar alrededor de dos horas y cuando finalmente me estaba a punto de dormirme, llamaron al timbre de la casa. Di, literalmente un salto fuera del sofá y corrí hasta la puerta. Me detuve en seco, inhalando profundamente y exhalando antes de abrir. 
Un molesto Tristan apareció ante mí.
- Hola-dije, con un nudo en la garganta, de lo nerviosa que estaba-. Pasa. 
Tristan me miró durante un segundo, mientras me apartaba para dejarlo pasar. 
Cerré la puerta detrás de él y lo conduje a la sala.
- Siéntate, por favor-le dije, entonces.
Estaba tan nerviosa que no cabía en mi misma. No sabía cómo la voz me salía tan natural si dentro me estaba consumiendo. Ya no estaba tan segura de querer hablar con él. Quizás debía sólo decirle que yo olvidaría todo y cada quién podía seguir con su vida, normal, como si nada. 
- Escucha, Alexus. Cuando venía noté tu ventana y el agujero masivo que le hice. Discúlpame, voy a pagarlo.
- Olvida la ventana-me encontré diciendo-. No me interesa la ventana.
- Pues, creo que eso es lo único de que tenemos que hablar-replicó.
No. No era lo único de que teníamos que hablar. ¿Qué le pasaba?
De pronto, el nerviosismo se transformó en rabia y ya no pude parar.
- Escucha, anoche estaba tan molesta que estaba segura, de que si lanzaba la flecha desde la ventana de mi habitación, la clavaría en el centro de tu frente, sin problemas. Fue entonces cuando te vi. 
- Cuando me viste...-repitió.
- Sí, cuando te vi, sólo, escondido, llorando, y tuve que ir.
- No tenías que ir.
- Sí, tenía que ir. No puedes hacerme creer que lo vi y lo que escuché, no sucedió. Y considerando que traes un suéter, me atrevo a decir que tienes morenotes en los brazos.
- ¡Escúchame, tú no puedes llegar y decirme todas estas cosas, tú no sabes nada!
- Sé lo que presencié anoche, y no tiene que ser así.
Tristan me miró durante un segundo, de una forma dura, pero sabía que estaba dolido. No por lo que yo le estaba diciendo, pues eso era un pastel del cumpleaños en comparación con toda su vida, sino porque le estaba recordando todo lo demás, todo lo que había vivido anoche, y probablemente días anteriores. Había dado en la llaga.                                         
Tristan se llevó las manos al rostro, como si estuviese avergonzado. Y eso fue lo que pensé: que sentía vergüenza de quién era y de su familia. De su padre. Pero al momento, entendí, por su forma de respirar, que no estaba avergonzado en lo absoluto. Tristan estaba llorando, y lo estaba haciendo frente a mí. 
Tristan se llevó una mano del rostro, al cabello y la otra, la dejó caer sobre su rodilla. Lucía especialmente tierno, vulnerable, y sentí una urgencia por cuidar de él. 
- Trist...-esa fue la primera vez que lo llamé así, pero no la última.
Coloqué una mano en su espalda, para consolarlo y Tristan siguió llorando.

3 comentarios:

  1. ¿Cómo lo haces, Majo? ¡Has conseguido que llore! Tu historia se merece las dos lágrimas que cayeron sobre el teclado al leer el capítulo.
    Y bueno, también me reí! Me hizo mucha gracia la conversación Alexus-hermano de Tristan. Y coincido con ella, es un idiota perdido. Sigue así, Majo. Para cuando es el ocho? jeje.

    ResponderEliminar
  2. ¡Cada final es más triste y más bonito! ¡No puedes dejar los capítulos así! ¿Sabías que con las lagrimas el ordenador se estropea?
    ¡Espero (desesperada) el capítulo ocho!
    Besos :)

    ResponderEliminar
  3. Aii! pobre tristan, por lo menos tiene a Alexus para que lo consuele jajajaj :D Espero que acaben bien.

    ResponderEliminar